Quizás te encuentre en las
sombras de un bosque, tal vez en la esquina de una tienda en la ciudad, o
podría ser nadando en el agua de un mar o un río, yo qué sé. Hay tantas formas
de volverte a ver, y no llegué a ninguna todavía.
Siento que cada vez estamos
más cerca, pero no lo sabes.
Cada día que pasa le pido al
cielo que las estrellas te guíen hacia mí. No me busques debajo de otras
sábanas, no me busques en otros cuerpos, tampoco me busques en otras palabras.
Búscame acá. Acá estoy esperándote. Ya casi creo no extrañarte, pero aún siento
la necesidad de correr a tus brazos y no soltarte.
Se me van los días, y junto a
ellos el amor que te tengo o te tenía, porque ya casi lo he dejado de tener.
Pienso que si no se me fue del
todo debe ser porque hay algo más que me retiene en un punto medio.
Mira que no nos queda mucho
tiempo, hace bastante vengo esperando el momento en que nuestras almas se
crucen y renazca el amor que se creía perdido.
Quiero desenterrar los
recuerdos con más valor, pero no es el momento. Lo único que llega a mí memoria
es una serie de imágenes cortas que dejan un intenso vacío doloroso en mi ser.
Sé perfectamente que no son
delirios míos, son imágenes que llegaron a mi cabeza transmitiéndome el mensaje
para que no deje de buscarte.
La vida me puso en frente el
primer paso que se basó en hallarte. Y ahora que te encontré, el siguiente paso
es que me encuentres a mí.
Descubrime en una noche de
esas dónde el viento nos invita a oír los suspiros ahogados por nuestras
tristes lágrimas convertidas en pequeñas lloviznas de otoño.
Refléjame en tus ojos como si
fueran un espejo de insaciable placer que desencadena tu amor.
Desafiemos a la noche,
demostrémosle que ni ella nos puede frenar.
Haz resonar el eco de tu risa
para que quede por siempre en mi memoria. Ya casi se me olvidaba tu voz. Tu
preciosa voz que produce emociones que no pueden contarse. Y tu cuerpo, tus
manos, tu piel que despierta en mí sensaciones inenarrables. Y tu sonrisa que se luce tan rebosante sobre la
mía. Qué mágico efecto realizas en mí al hacerme perder el juicio.
Me quitaste la poca sensatez
que poseía y lograste que perdiera la cabeza en las infinitas ideas de amarte
sin medidas.
¿Ya ves como escribo sin que
lo sepas? Y escribo para que me sientas en un rincón de tu pecho.
Puedo apostar que en este
instante estás con la mirada perdida, extrañando un “algo” que no sabes qué es,
un “alguien” que no viste aún, pero sentís que te falta. Sentís que estarías
completo a su lado. Y miras a un costado, ves un espacio vacío y lo primero que
aparece en tu mente es “¿Dónde puede estar? Transito las calles, y recorro
tantos lugares en el mundo ¿cómo puede ser que no encuentre mi complemento?” Seguís preguntándote sobre eso. Entrelazas
tus dedos y entra en vos el miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a quedarte toda tu vida
solo. En lo triste que sería seguir viendo a un costado y ver un espacio vacío,
en no compartir una sonrisa traviesa con alguien más, en no tener a quién
besar, a quién dedicar canciones. No entendés nada. Tenés mucho trabajo para
hacer, pero tus pensamientos te impiden la concentración. ¡Vamos! ¿Por qué
pensás estas cosas un Viernes a las 08:22 de la mañana?
Te colocas las manos en tu
cabeza disgustado. Cerrás los ojos y sonreís. Sonreís porque imaginas lo
hermoso que sería estar acompañado para siempre. Te sorprende no encontrar
alguien a quién amar a tus veinticuatro años de edad.
Pasaron tantas mujeres frente
a tus ojos y ninguna despertó eso que esperabas. Sentís frustración y golpeas
la mesa suavemente tratando de no hacer bullicio.
-¿Dónde estás?- Reclaman
nuestras voces muy dentro.
-Es un bonito día para
encontrarte hoy- Decís vos.
-Es una bonita noche para
encontrarte hoy-Digo yo.
Te asomas ilusionado por la
ventana y me buscas preocupado en los destellos del sol. Mientras yo me asomo
esperanzada y te busco preocupada en el resplandor de la luna.
Atte:Femmy
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